La Ciudad

Monseñor Giobando encabezó el rito del lavatorio de pies

El administrador apostólico de la diócesis de Mar del Plata realizó ayer la tradicional ceremonia en la Catedral de los santos Pedro y Cecilia.

El administrador apostólico de la diócesis de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando, presidió ayer la santa misa que dio inicio al “Triduo Pascual”, en la Catedral de los santos Pedro y Cecilia.

En la oportunidad, realizó el rito del lavatorio de pies a 12 laicos miembros del Consejo Pastoral y destacó “la importancia de los vínculos de comunión eclesial”. El religioso había repetido la ceremonia días atrás, en las unidades penales 44 y 50 del complejo penitenciario de Batán.

En la homilía, monseñor Giobando explicó: “La misa del Jueves Santo nos ayuda a hacer memoria de la institución de la Eucaristía por parte de Jesús en la Última Cena, como así también del sacerdocio, ya que les dijo a sus apóstoles: ´Hagan esto en memoria mía´”.

Y, en ese contexto, señaló que “también Jesús realizó el signo del lavatorio de los pies, que es un signo de humildad en el servicio mutuo, y les dijo que hicieran este gesto unos a otros y en memoria suya”.

“La Eucaristía y el lavatorio de los pies van juntos -añadió-, ambos son hacer presente al Señor, ambos son signos de comunión y servicio humilde, tan necesarios para la comunidad cristiana”, añadió.

En ese sentido, recordó que, en la última cena, Jesús “nos deja el mandamiento del amor: ´Ámense unos a otros como yo los he amado´, el amor cristiano es el amor hasta dar la vida en comunión y servicio”.

La Semana Santa en la Iglesia Catedral continuará con distintas celebraciones, como la de hoy con “La Liturgia de la Pasión del Señor” y el Vía Crucis por las calles céntricas en horarios nocturno.

En tanto, este sábado monseñor Giobando presidirá la “Vigilia Pascual”, a partir de las 20, mientras que el domingo de Pascua habrá misa a las 8, 9, 10, 11, 12, 18, 19 y 20.

Desde la diócesis recordaron que se encuentra en marcha una campaña para que los fieles acerquen un alimento no perecedero a la parroquia a la que asistan, como gesto de compromiso con los más necesitados.

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